miércoles, 2 de diciembre de 2015

Las matemáticas detrás de la jubilación express (II)

En la entrada previa del blog he explicado la utilidad de la inversión en fondos bolsa y los principios de la composicion de interés. Todavía queda analizar cual es la cantidad de dinero que necesitamos acumular antes de poder jubilarnos. Esta cantidad depende directa y únicamente de nuestros gastos: si gastamos más, necesitamos tener una cartera mucho mayor; si gastamos la mitad, la mitad de dinero nos servirá.

Así, entendemos que el valor de nuestra cartera de valores será una función de nuestros gastos, únicamente. Hemos visto en la entrada anterior que la fórmula para calcular el valor, basándonos en las premisas que explicaba, es el siguiente:

C=300g
Donde g son nuestros gastos mensuales.

Pero esto solo nos da la mitad de la ecuación. Sabemos cuanto necesitamos, pero cuanto tardaremos en poder acumular esta cantidad? La velocidad de acumulación de capital depende de dos factores: la cantidad de dinero que podemos ahorrar mensualmente, y la tasa de interés que obtendrá nuestra cartera de valores en el futuro.

Ya he hablado de la importancia de la composición del interés, así que no comentaré más al respecto. Esta tasa podemos fijarla según nuestros cálculos. Por ejemplo, historicamente el S&P500 ha tenido una tasa de interés ajustando inflación del 7%, mientras que los bonos americanos han tenido una tasa de entre el 2% y 3%. La tasa que usaremos dependerá de la selección de nuestra cartera; si es más pesada en fondos de índices bursátiles se acercará más al 7%; si es más pesada en bonos se acercará más al 2,5%. Si usamos la misma cartera que uso yo, que es 80% acciones y 20% bonos, nos quedaría un tipo ponderado del 6,1% [¿Por que 80%/20%? Lo explico en este otro post.].

En cuanto al ahorro, podemos relacionarlo con los gastos para derivar una nueva variable que simplificará nuestros cálculos: la tasa de ahorro. Esta tasa de ahorro se define como el porcentage de nuestros ingresos que ahorramos. El resto, es gasto. Es evidente que cuanto más guardemos para el futuro, antes conseguiremos llegar al valor objetivo para nuestra cartera. Así, si nuestra tasa de ahorro es del 100%, ya somos independientes financieramente (no gastamos nada, asi que no necesitamos nada, C=0). Si nuestra tasa de ahorro es del 0% nunca conseguiremos ahorrar lo suficiente como para cubrir nuestros gastos.

Quiero hacer énfasis en uno de los beneficios de usar la variable de tasa de ahorro: es una magnitud adimensional. ¿Y que significa eso? Que cuando hablamos de tasa de ahorro no estamos hablando de euros, sino de la proporción de nuestros ingresos que se destinan a ahorrar. Esto nos aporta el beneficio de poder relacionar sean cuales sean nuestros ingresos nuestra tasa de ahorro con un tiempo determinado hasta la jubilación express.

La fórmula que relaciona la tasa de ahorro con el tiempo que necesitamos hasta conseguir nuestro objetivo de jubilación anticipada es la siguiente (suponiendo una tasa de interés del 6,1%):

=log((1-t)*25*0,061/t+1) / log(1+0,061)

donde 't ' es la tasa de ahorro. Podeis probar la fórmula en vuestro programa de hoja de cálculo preferido.

Es una fórmula algo compleja, ya que el crecimiento del capital es exponencial, pero el siguiente gráfico deja clara su tedencia:


En este gráfico puede verse lo que podíamos intuir a priori: cuanto mayor sea la tasa de ahorro, menos tiempo tendremos que trabajar. Podemos simplificar aun más el gráfico si lo ponemos en forma de tabla:


Tasa de
ahorro
Años hasta
jubilación
10,00%45
20,00%33
30,00%26
40,00%20
50,00%16
60,00%12
70,00%8
80,00%5
90,00%3
Asi es: sea cual sea tu sueldo, si consigues ahorrar un 40%, tardarás 20 años en conseguir el dinero suficiente para poder jubilarte. Si puedes aumentar tu tasa de ahorro a 60%, puedes jubilarte en tan solo 12 años.

Puede parecer mucho esfuerzo y muchos años, pero compáralo con la edad normal de jubilación, 67 años. Con una tasa de ahorro del 40% empezando a los 25 podrás jubilarte a los 45, 27 años antes que la inmensa mayoria de trabajadores. ¿Vale la pena el esfuerzo? Desde mi punto de vista, ¡evidentemente sí!

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